La concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, el
principal gas invernadero, no para de subir. Desde el comienzo de la era industrial ha pasado
de 280 a 350 ppm (partes de CO2 por millón de partes de aire). Para finales de siglo se
estiman cifras que llegan hasta 450 ppmm. Otros gases como el metano, contribuyen a
reforzar el efecto invernadero: cuantas más moléculas floten en el aire, tanto más calor
quedará atrapado en la atmósfera. Si sigue aumentando el nivel de CO2, metano y CFC, los
actuales 15° promedio podrán ascender fácilmente unos puntos más en treinta o cincuenta
años. La actividad humana está forzando el calentamiento terrestre: los incendios de
bosques y la quema de combustibles inyectan a la atmósfera 3500 millones de toneladas
anuales de dióxido de carbono. Por su parte los 1200 millones de cabezas de ganado que
hay en el mundo y los cultivos de arroz, desprenden grandes cantidades de metano. (ver
Ozono).